martes, 23 de octubre de 2012

Nightnoise - The Parting Tide (1990)



Queremos cerrar hoy esta pequeña serie de tres entradas dedicadas a Nightnoise. Tiempo atrás hablamos del primer disco del grupo como cuarteto y en estos días lo hemos hecho del disco que puso los primeros mimbres a partir de los cuales se iba a construir la breve historia del grupo y también del primero con Johnny Cunningham como miembro de la formación. Todos ellos eran, a su modo, discos inaugurales. Vamos a hablar hoy del que cerró toda una etapa y marcó la salida de uno de los fundadores del grupo: “The Parting Tide”.

Desde su conversión a cuarteto, Nightnoise iban a experimentar una evolución continua de un disco a otro de modo que, aunque el sustrato era el mismo, las formas cambiaban notablemente entre los distintos trabajos. El sentimiento fundamental que planea a lo largo de todo este disco es la melancolía. El título hace referencia a la marea alta con la que zarpaban los pesados buques llenos de emigrantes irlandeses hacia el “nuevo mundo” en busca de una vida mejor y todo el disco tiene ese aroma que tan bien describe la palabra “morriña” tan empleada por un pueblo como el gallego, marcado como el irlandés por la emigración. Quizá por ello, el papel de Billy Oskay fue secundario en todo el disco (el resto de componentes de la banda, no lo olvidemos, eran inmigrantes en EE.UU.)

Intervienen en la grabación los miembros habituales de Nightnoise: Tríona Ní Dhomhnaill (voz, piano, teclados, tin whistles y acordeón), Brian Dunning (flautas), Billy Oskay (violín, viola y teclados) y Míchéal Ó Domhnaill (guitarra, tin whistle, teclados y voces). Brian Willis toca los platillos en uno de los temas.




“Bleu” – Desde el primer momento podemos comprobar cómo algo ha cambiado con respecto a trabajos anteriores. La primera pieza, obra de Brian Dunning se abre con el sonido del acordeón acompañado de la guitarra sobre un fondo de teclados y sólo transcurridos unos segundos escuchamos la flauta y el violín y reconocemos el clásico sonido de Nightnoise. No obstante, lo que en otros discos era interpretado por el piano, aquí lo es por teclados electrónicos, incluyendo lo que en muchos momentos nos parece un bajo (instrumento que no figura en los créditos del disco). Como resultado, salvo en momentos puntuales en los que dialogan la flauta y el violín (interpretando una melodía bellísima, todo hay que decirlo), el tema suena algo extraño a los oídos del seguidor de los Nightnoise anteriores.

“An Irish Carol” – Continuando con la misma línea anterior, la siguiente composición de Tríona sorprende al ser su clásica canción pero con un revestimiento electrónico desacostumbrado. El sonido es mucho más próximo al de Relativity (la banda que formaron los hermanos Ó Domhnaill junto con los Cunningham) que al de Nightnoise, quizá por la propia presencia del acordeón de Tríona y no sólo por los arreglos electrónicos. La canción, de un indisimulado aroma celta, es una preciosidad dividida en dos partes muy distintas. La segunda, marcada por el cambio de los sintetizadores al piano, parece querer recordarnos el sonido más habitual del grupo con una melodía que es introducida por Tríona para ser replicada sucesivamente por el violín de Oskay y la flauta de Brian Dunning.

“Jig of Sorts” – Entramos ahora en la suite central del disco, como se resalta en los créditos del mismo, con tres composiciones de Tríona dedicadas a todos los emigrantes. La primera de ellas, con un sonido que recuerda al clavinet que la cantante utilizaba a menudo con la Bothy Band y en sus discos en solitario pero que no había tenido tanto protagonismo en Nightnoise. La pieza es una preciosidad en la que podemos disfrutar de alguno de los mejores solos de Brian Dunning con la flauta travesera pero también con la de Pan. Míchéal a la guitarra hace un trabajo sordo pero imprescindible para sostener todo el entramado de una de las mejores composiciones de un disco que no anda escaso de ellas, precisamente. En los instantes finales, se escucha una gaita irlandesa que tampoco aparece acreditada pero que imaginamos que está interpretada por el propio Brian Dunning.

“Through the Castle Garden” – La segunda parte de la suite comienza con un excelente tema de piano de aire clasicista acompañado de unas suaves cuerdas electrónicas. Tríona nos muestra aquí todo su talento compositivo con esta pieza que podría figurar en el repertorio de cualquier pianista especializado en la música de finales del S.XIX.

“Island of Hope and Tears” – Cerrando la trilogía, volvemos a escuchar la voz de Tríona interpretando, como es habitual, acompañada de su piano principalmente quedando el resto de instrumentos como apoyo puntual. La primera parte del tema es una suave balada con un ligero dramatismo en la voz de la cantante, hasta que llega un breve interludio a cargo del resto de miembros del grupo que sirve como transición a la sección final, mucho más emotiva. Tengamos en cuenta que el título, “isla de esperanza y lágrimas” hace referencia a la Isla de Ellis, en la bahía de Nueva York, a donde arribaban todos los barcos con inmigrantes procedentes de Europa y donde pasaban todos los controles (principalmente sanitarios) previos a su ingreso en el país. Aunque en la práctica, muy pocos eran los rechazados, los momentos que se vivían en la isla eran muy angustiosos para todos los viajeros.

“The Kid in the Cot” – La segunda pieza escrita por Brian Dunning para el disco es una verdadera obra maestra. Una joyita de esas que de cuando en cuando nos es dado escuchar, surgida del talento de un músico en estado de gracia. La melodía que nos sorprende desde la introducción es de una belleza extrema y no necesita de nada más que un leve acompañamiento de guitarra para desplegarse en toda su plenitud. Sin embargo, es más tarde, ya sin guitarras de por medio, cuando la flauta de Dunning juega con los whistles de los hermanos Ó Domhnaill y el violín de Oskay entrelazándose en un interminable juego de arabescos que nos deja sin habla. Se reserva el flautista aún unos instantes de lucimiento personal antes de despedir el tema, en diálogo esta vez con la viola y de nuevo con la compañía del rasgueo metronómico de Míchéal Ó Domhnaill y su guitarra.



“The Tryst” – Llegamos así al único tema escrito por Billy Oskay en el disco. En este punto, nos damos cuenta de cómo han cambiado las cosas en estos años. La pieza de Oskay es buena y podría haber encajado sin problemas en “Something of Time”, el disco de la banda publicado tres años antes. El estilo es prácticamente el mismo y las interpretaciones son impecables, ¿qué ocurre entonces? Que en el contexto de “The Parting Tide” suena extraño, como fuera de lugar y es que en sólo unos años, el sonido de Nightnoise ha evolucionado tanto que la música de uno de sus dos miembros fundadores nos parece, de repente, a años luz de lo que el grupo está haciendo en 1990. Escuchando “The Tryst”, nos sorprende menos la decisión de Oskay de dejar Nightnoise:

“Snow is Lightly Falling” – La última aportación de Tríona a un disco en el que se ha erigido en protagonista principal es otra de sus clásicas canciones en la que se apoya de nuevo en los sintetizadores antes que en el piano. Ya hemos comentado en entradas anteriores que la voz de Tríona, si bien no es tan excepcional como la de otras vocalistas del universo celta a las que podemos estar acostumbrados, transmite como pocas y en este corte lo podemos ver con claridad.

“The Abbot” – Y faltaba aún la aportación de Míchéal Ó Domhnaill como compositor que no por limitarse a una única pieza es menor, en absoluto. El tema se ajusta a los parámetros habituales en el estilo del guitarrista: una extensa introducción de órgano seguida por un segmento de guitarra en el que los teclados sirven de apoyo. La composición, con un claro esquema progresivo va ganando en complejidad con la adición de los distintos instrumentos, comenzando por el violín de Oskay y siguiendo con las flautas de Dunning. Los últimos minutos de la pieza transcurren con una parsimoniosa languidez sirviendo como despedida no sólo del disco sino de toda una etapa del grupo.



“The Parting Tide” es un disco que suele ser citado por muchos de los seguidores de Nightnoise como el mejor del grupo. Nuestra opinión es algo distinta y, de hecho, preferimos cualquiera de los dos anteriores dentro de la etapa de Oskay sin ir más lejos. Siempre teniendo en cuenta que el nivel de la formación y lo relativamente reducido de su producción discográfica no permitió que llegaran a firmar un disco flojo (incluso diríamos que lo peor de Nightnoise alcanza sin problemas el notable alto). Nos despedimos por ahora de ellos con la seguridad de que volverán a aparecer por aquí a no mucho tardar. Tras la publicación de este álbum, la banda hizo su primera gira importante por nuestro país de la que siempre se recordará el concierto en Sevilla que fue retransmitido por TVE. Os dejamos los habituales enlaces para adquirir el disco y una muestra de los primeros minutos de ese concierto:




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