domingo, 11 de agosto de 2013

Vangelis - 1492, Conquest of Paradise (1992)



El llamado “Quinto Centenario” fue una especie de marca que se acuñó para englobar todos los fastos que iban a tener lugar en 1992, con la conmemoración de los cinco siglos del descubrimiento de América. Aprovechando la corriente, surgieron todo tipo de celebraciones entre las que no faltaron, ¿cómo no? hasta dos películas ilustrando la epopeya de Cristobal Colón.

Detrás de una de ellas se encontraba, nada menos que Ridley Scott que acababa de terminar “Thelma y Louise”, a la sazón, su película más valorada por la crítica hasta aquel entonces, por encima de “Alien” o “Blade Runner”, aunque resulte increíble tantos años después. Scott contó con un gran presupuesto para rodar una superproducción destinada a convertirse en un hito del cine, a la altura de clásicos como “Ben-Hur” o “Los Diez Mandamientos” pero todas esas expectativas quedaron muy lejos de cumplirse a la hora de la verdad.

Recordamos bien el estreno de la película en el desaparecido cine Coliseum de Santander y las sensaciones que nos quedaron al salir del local. El film nos dejó indiferentes pero había algo que nos iba a acompañar hasta llegar a casa y durante varios días más, repitiéndose sin cesar en nuestras cabezas: el inolvidable tema central de la película, obra de Vangelis. Tenemos que reconocer que si había un atractivo que nos llevó a pasar aquellas horas en la sala de cine era ver el reencuentro entre Ridley Scott y Vangelis, en una época en la que, recordémoslo, la banda sonora original de “Blade Runner” ni siquiera había sido editada de un modo oficial y, sin internet o DVD’s, el capricho de ver una película muchas veces dependía de la disponibilidad del video club del barrio, poco dado a mantener un cierto stock de películas que no pertenecieran a la categoría de recientes. Había, además, una curiosidad. Cuando Scott y Vangelis cruzaron sus caminos, el director estaba aún en sus inicios y el músico en su momento más alto (acababa de ganar un Oscar y estaban recientes algunos de sus mejores trabajos). En éste segundo encuentro, Scott era ya un director consagrado y Vangelis no aparecía tan habitualmente en los medios y estaba reciente un trabajo como “The City” que pasó desapercibido.

No hemos vuelto a ver la película desde aquel día pero su banda sonora es un trabajo que aún hoy nos acompaña con cierta regularidad. En la grabación intervienen varios músicos invitados entre los que se cuenta el guitarrista flamenco Bruno Manjarrés, de quien no hemos encontrado muchas más referencias anteriores que su aparición en un disco francés de flamenco (sic) y su participación en la película “Pourvu que ça dure” (en la que aparece Emmanuelle Seigner, quizá la conexión con Vangelis ya que la actriz interviene en el disco “The City” del griego). Junto con Manjarrés aparece el multiinstrumentista y “cantaor” Pepe Martínez que formaría un tiempo después junto a Bruno la banda Zaragraf, combo que mezcla folk balcánico y flamenco. Completan los créditos del disco, Francis Darizcuren (mandolina y violín), Didier Malherbe (flautas) y el imprescindible English Chamber Choir dirigido por Guy Protheroe. Supervisando todo el apartado etnológico-musical, está Xavier Bellenger, experto que colaboró con Jean Michel Jarre en “Zoolook” o “Revolutions” asesorándole sobre instrumentos y músicas étnicas.



“Opening” – El breve tema de apertura es una introducción llena de sonidos étnicos y ambientales perfecta para situarnos ante la acción que se va a desarrollar en los siguiente minutos, con fondos electrónicos y arpas que recuerdan, cómo no, a “Blade Runner”

“Conquest of Paradise” – No tarda mucho Vangelis en soltar el grueso de su artillería y lo hace con un tema espectacular en el sentido literal del término: un soberbio coro (el English Chamber Choir de Guy Protheroe que ya colaboró con Vangelis en “Mask”) interpreta una melodía sencillamente soberbia arropada por los sintetizadores del genial griego, quien dobla la melodía al piano antes de introducir otra magnífica secuencia electrónica que evoca sus mejores momentos. El ritmo de marcha, procesional, que sirve como elemento de cohesión de toda la composición es subyugante y atrapa al oyente de modo inevitable. Con el tiempo, la melodía ha quedado como una de las más recordadas de su autor, lo cual es decir mucho.



“Monastery of La Rábida” – Cambio total de ambiente para la siguiente pieza que anticipa al Vangelis que escucharíamos en los años venideros y es que tanto en sonoridad como en el tipo de melodía, esta pieza podría aparecer sin problemas en discos como “El Greco”, lo cual no deja de tener cierto sentido ya que la temática de ambos no deja de ser española aunque haya más de medio siglo de diferencia entre ambos acontecimientos. La pieza tiene grandes momentos muy clasicistas y unos coros muy acertados cantando “de profundis” que la hacen una de nuestras favoritas.

“City of Isabel” – Suenan unos acordes de guitarra para introducir la siguiente composición, con un aire medieval muy adecuado y reminiscencias bizantinas inevitables en Vangelis cuando ambienta una pieza de época.

“Light and Shadow” – Vuelve el ritmo cadencioso y el coro para remarcarlo en una pieza de un gran lirismo en la que Vangelis da ese paso que apuntó años atrás en “Mask” (y menos marcadamente en “Direct”) hacia un sinfonismo contemporáneo de altos vuelos. Quizá el resultado no sea siempre tan elevado como se pretende pero, los momentos más flojos de un músico como el griego son inalcanzables para el común de los artistas.

“Deliverance” – Escuchamos de inicio una guitarra española rodeada de texturas electrónicas y solemnes percusiones en una pieza clásica del griego dominada por las profundas cuerdas salidas de su sintetizador favorito: el CS80 de Yamaha. Suena de nuevo el coro en los momentos finales entonando algunos versos del “Dies Irae” latino que encajan a la perfección en el tono general de la obra.

“West Across the Ocean Sea” – El compositor griego saca su mejor faceta como melodista en este precioso corte interpretado con lo que parece una flauta andina (evidentemente surgida de los sintetizadores). En el contexto del disco puede parecer un tema menor pero tiene su encanto.

“Eternity” – Más flautas étnicas ilustran el inicio de la pieza más breve del disco si descontamos la introducción. Más tarde aparece el resto de la instrumentación y el coro regalándonos un final precioso para un tema que termina por hacerse corto.

“Hispañola” – Se dice que el tema favorito de Ridley Scott de toda la banda sonora era este y no el que terminó siendo el más popular. No podemos discutirle al bueno de Ridley la elección ya que se trata de una pieza impresionante, con los sintetizadores marcando un ritmo casi bélico (¡cuánta influencia ha tenido Holst y su “Mars” en la música de nuestra época!) que sirve como marco para la aparición de unos intensos “quejíos” flamencos, una nueva intervención del coro y algunos de los mejores fraseos del músico griego a los teclados que suenan a improvisación aunque probablemente no lo sean. La pieza está estructurada como un brillante crescendo que enlaza con la siguiente pieza entrando así en la parte final del disco.



“Moxica and the Horse” – Continúa la particular mezcla de electrónica y flamenco del corte anterior, más acusada si cabe, por la mayor presencia de la guitarra aunque en ningún momento surge la duda acerca de la autoría de una pieza que rezuma Vangelis por los cuatro costados, especialmente en sus instantes finales que anticipan el sonido que predominará en discos posteriores como “Voices” u “Oceanic”.

“Twenty Eight Parallel” – Vangelis se pone íntimo en esta preciosa composición en la que recupera la melodía central de la película en una delicada versión pianística realmente preciosa que resalta el valor de la música por encima de los artificios en los que, en ocasiones, puede caer un autor.

“Pinta, Niña, Santa María (Into Eternity)” – El cierre del disco lo pone un tema extenso (casi la cuarta parte de la duración total del disco) en el que el músico griego desarrolla una composición que se diría ajena a la temática de la película y que parece sacada de su reciente disco “The City” ya que comparte sonoridad, estilo y cadencia con aquel minusvalorado trabajo. A pesar de incluir una cita de “Eternity” en los instantes finales, la pieza no aparece en la película original.



Comentar una banda sonora de Vangelis, en la mayoría de los casos no es comentar una banda sonora sino un disco de estudio basado en una banda sonora. El trabalenguas (o sinsentido, llámese como proceda) viene al caso porque, al igual que en “Chariots of Fire” o “Blade Runner”, por poner dos ejemplos, cuando el músico edita un disco con música de una película, el contenido difiere mucho de lo que suena en la pantalla: hay música nueva no incluida en la película (incluso compuesta mucho después) y la que sí aparece en el film, lo hace de un modo muy diferente merced a la gran cantidad de retoques que Vangelis añade al disco en su estudio. Por supuesto, siempre queda buena parte de la música original fuera del disco y no precisamente por razones de espacio ya que ninguno de los 3 CDs citados alcanza la hora de duración. Ésta peculiaridad de Vangelis hace que prescindamos del encaje de música e imagen en nuestro análisis (algo que, por otra parte, hace magníficamente bien el amigo “El Conde” en esta entrada de su blog).


“1492, Conquest of Paradise” marca un cambio en la discografía de Vangelis. A pesar de ser una banda sonora, lo que podría situarla fuera de su trayectoria artística en términos de estilo, supone un claro enlace entre el Vangelis anterior, especialmente el de “The City” (y, en menor medida, el de “Direct”) y el sonido que el compositor griego adoptaría a partir de entonces. Muchos de los sonidos de discos como “Oceanic” o “El Greco” pueden escucharse ya aquí. En este contexto, “1492” aúna lo mejor de ambas etapas del músico y, para muchos, es su última gran obra. Nosotros no comulgamos con esa opinión ya que creemos que han salido muy buenas cosas de la paleta de Vangelis con posterioridad pero entendemos el trasfondo que esconde esa afirmación. “1492” es un disco que no puede faltar en ninguna discoteca medianamente surtida. Si no está en la vuestra y queréis reparar ese error, podeis encontrarlo aquí:

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