domingo, 4 de febrero de 2018

Vangelis - China (1979)



Pese a la enorme distancia cultural que siempre ha separado a China del resto del mundo y, particularmente, del hemisferio occidental, siempre ha habido artistas de este lado del globo muy interesados en la cultura del gigante asiático y eso ha terminado por reflejarse en algunas de sus obras más reconocidas.

Ocurrió con el compositor alemán Carlo Maria Von Weber, quien compuso a principios del S.XIX su “Obertura China” basada en material tradicional pero también con el italiano Giacomo Puccini cuya ópera “Turandot” tenia una gran influencia china (también su “Madama Butterfly” presenta rasgos propios de la música tradicional china aunque la acción se sitúe en Japón). Incluso compositores renombrados como Alexander Tcherepnin llegaron a vivir y componer en la antigua Catay. Ya en el S.XX hubo varios músicos norteamericanos muy interesados en la música China, desde Harry Partch (sus padres fueron misioneros allí) hasta Henry Cowell que la conoció en el barrio chino de San Francisco junto al que creció. Más conocido es el caso de John Cage, estudioso del “I Ching” o el de Lou Harrison, habitual asistente a todas las representaciones de ópera que se celebraban en Chinatown en su juventud.

Vangelis nunca estuvo en China pero su cultura le atrajo en un momento determinado. No fue la suya una inmersión a fondo, fruto de un estudio detallado de obras musicales y circunstancias sociales, sino algo intuitivo como todo lo que rodea el proceso de creación del músico griego. Sin embargo, siendo Vangelis como es un superdotado a la hora de aprender a interpretar un instrumento (en el sentido más amplio del término “interpretar”) y en lo tocante a entender la esencia de una música determinada (en este caso la china), el resultado de su visión del país oriental podría no ser todo lo ortodoxo que se podría esperar de otros pero nunca será decepcionante. El propio músico aclaraba en su momento que no pretendía hacer un disco de música tradicional china pero sí, al menos, de capturar su espíritu, en su opinión, cercano al de la griega. Con su propio talento y algunos conceptos básicos adquiridos en sus visitas al barrio chino de Londres, lecturas sobre taoismo o sobre la historia reciente del país, el artista compuso el que es hoy uno de sus trabajos mejor valorados.

“China” iba a ser el primer disco de estudio del músico tras terminar su contrato con RCA aunque no se puede decir que con él llegase a una nueva discográfica puesto que Polydor ya había editado alguna banda sonora suya anteriormente. Estaba reciente aún la creación de Spheric por parte del músico. Era una editorial destinada a salvaguardar los derechos de la obra del griego y a gestionar los contratos de sus futuras grabaciones, fundada para ordenar en cierta forma una producción que ya en aquel entonces tenía tintes caóticos por la cantidad de sellos, editoras, etc. que poseían los derechos de su música. El “fichaje” por Polydor no era el único indicio de que el músico se iba a tomar más en serio su carrera: el lanzamiento de “China” iba a ir acompañado por tres grandes conciertos de presentación en Londres, Bruselas y París cosa excepcional en la carrera de un artista muy poco dado a las giras y a los espectáculos en directo. Vangelis interpreta todos los instrumentos salvo el violín en una de las piezas que corre a cargo de Michel Ripoche, multi-instrumentista que ya había colaborado con el griego en el “666” de Aphrodite's Child y en un par de sesiones publicadas de forma “pirata” tiempo después. Curiosamente en esos discos Ripoche tocó el bajo y varios instrumentos de viento. Nunca el violín que sí tocó en el disco “Pin Ups” de David Bowie.

Poster promocional del disco.


“Chung Kuo” - Comienza el disco con una serie de sonidos electrónicos secuenciados que desembocan en una especie de fanfarria electrónica de aire ciertamente oriental. Entramos así en en núcleo central de la pieza marcado por una lenta serie de notas pulsantes que se repiten en bucle mientras entra la melodía central, parsimoniosa al principio y solemne en cuanto irrumpe el clásico timbre marca de la casa que Vangelis utiliza en casi todos sus trabajos de la época, procedente de su inconfundible Yamaha CS80.




“The Long March” - En la segunda pieza del disco, se retoma una de las melodías de la primera en un solo de piano que anticipa claramente al Vangelis de la banda sonora de “Chariots of Fire”, especialmente de la larga suite que ocupó la “cara B” de aquel disco. El juego de variaciones sobre el tema citado es maravilloso y nos destapa a un Vangelis soberbio, incluso sin necesidad de ornamentación electrónica.

“The Dragon” - Uno de los grandes clásicos de la discografía del músico en nuestra opinión aunque no es de los que suelen aparecer en las abundantes recopilaciones. Un espectáculo de principio a fin en el que una melodía tremendamente atractiva es ejecutada al unísono por diferentes timbrés electrónicos sobre una abrumadora linea de bajo que pronto desaparece para que sean las percusiones las que tomen el relevo como contrapunto de las cuerdas sintéticas. Es Vangelis en estado de gracia con lo que sólo queda sentarse a disfrutar de una escucha que, tenemos que confesar, en nuestro caso muchas veces se interrumpe aquí para repetir la reproducción de “The Dragon” antes de continuar con el resto del disco.

“The Plum Blossom” - De nuevo Vangelis al piano acompañado en esta ocasión del violín de Ripoche que ejecuta una vibrante melodía. En la segunda sección se añaden los sintetizadores para subrayar el papel del piano por un lado y para dar la réplica, a modo de violín sintético, al real.

“The Tao of Love” - El corte más romántico del disco está interpretado en su parte central por el propio Vangelis al koto con el acompañamiento posterior de los sintetizadores. Pese a que la melodía es muy inspirada, no termina de llamar nuestra atención.

“The Little Fete” - Vangelis se atreve con la flauta sakuhachi en la introducción de un tema cuya principal novedad es el recitado por parte de dos intérpretes chinos de un poema de Li-Bai. Siempre nos llamó la atención que el músico utilizase una traducción inglesa en lugar del texto original pero en todo caso tampoco es uno de nuestros temas favoritos del trabajo.

“Ying & Yang” - Mejora algo la cosa con el siguiente corte aunque continúa con la inspiración claramente folclórica de los últimos cortes. El músico griego, reconocido multi-instrumentista, se atreve con varios instrumentos tradicionales en la primera sección para incorporar después los sintetizadores en el espectacular segmento final. En ese tramo recuperamos al Vangelis más “espacial” y épico para cerrar un gran tema.

“Himalaya” - Llegamos al corte más largo del disco y a uno de los más descriptivos. En su comienzo no podemos evitar imaginar el viento y las inclemencias climatológicas que rodean habitualmente a las montañas que le dan título. Superada la introducción escuchamos un ritmo procesional y al compositor griego elevándose con una melodía de piano muy esquemática pero que se adapta a la perfección al ritmo cadencioso marcado por una especie de cascabeles. Un grandísimo tema de un Vangelis ambiental con muchas pistas de cuál iba a ser su evolución posterior en términos de sonido.




“Summit” - La pieza final del disco funciona como una coda llena de sonidos electrónicos muy sutiles que se nos antojan un precedente de la música de Blade Runner. Es un tema delicadísimo y atmosférico de esos que no se aprecian en su totalidad hasta después de varias escuchas.

Muchos de los seguidores de Vangelis tienen a “China” como uno de los grandes discos del músico griego y ahí es donde tenemos que mostrar una cierta discrepancia. Creemos que es un disco que contiene grandes momentos pero que es muy irregular. La parte más tradicional nos parece muy meritoria pero no nos engancha en ningún momento de modo que lo que más disfrutamos del trabajo es todo aquello que nos recuerda al Vangelis de siempre. ¿Es “China” un buen disco? Creemos que sí. ¿Es uno de los, pongamos, diez mejores de su autor? En nuestra opinión dista mucho de serlo aunque es un buen intento. Como siempre, lo mejor es que cada uno escuche y decida según su criterio.

Os dejamos con un maravilloso video con Vangelis en su estudio que enlaza "The Dragon" y "The Plum Blossom":


 

2 comentarios:

  1. hola, me gustaria saber si uds tienen el texto narrado en el tema The Tao of Love. gracias.

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  2. A la hora de valorar la obra de un músico tan poliédrico y diría "excesivo" -en el mejor de los sentidos del término- es obvio que juega un papel fundamental la subjetividad.

    Dicho esto, tengo a "China" por el mejor álbum publicado por Vangelis en toda su discografía, una obra que cuando vuela alto nos lleva a parajes de una belleza abrumadora.

    Imagino que quiso demostrar a su nueva discográfica lo que era capaz de hacer, y eso significa, sencillamente, excelsitud sin matices. La comentada "irregularidad" del disco para mi se resume en una oscilación constante entre lo sugerente y lo sublime.

    En fin, insisito en que hay juicios que no pueden dejar de ser subjetivos. Y adoro este disco desde la primera escucha.

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